Corinne Martínez, Susana Espinosa y Teresa Gutiérrez comparten su trayectoria y los desafíos a los que se enfrentan como jefas de escala.

Viajar es un placer que podemos disfrutar gracias al trabajo de profesionales como los de Iberia. Su trabajo diario hace que podamos despreocuparnos desde que llegamos al aeropuerto y dejamos las maletas hasta que las recogemos para comenzar una nueva aventura.

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Para conocer su trabajo, hoy conversamos con tres jefas de escala de Iberia quienes nos hablan de su trayectoria, su labor, los retos a los que se enfretan día a día, los desafíos superados y aprovechamos para pedirles un consejo para viajar que hayan aprendido gracias a su experiencia.

Las tres jefas de escala

Corinne Martínez es manager de los aeropuertos de San Sebastián, Vitoria y Pamplona, María Susana Espinosa Guardiola del aeropuerto de Ibiza y Teresa Gutiérrez Rodríguez es manager del aeropuerto de La Palma.

Ninguna de ellas había pensado de pequeña que acabaría trabajando en un aeropuerto. «Cuando era pequeña, para mí la aviación siempre estaba relacionada con las vacaciones. Y sí, la verdad es que el ajetreo de los aeropuertos siempre me ha gustado», dice Martínez.

Por su parte, Espinosa confiesa a magasIN que entró en Iberia con 18 años y nunca se había subido a un avión, «pero tengo que reconocer que el mundo de la aviación me cautivó desde el primer momento». En la misma línea, Gutiérrez señala que «en cuanto lo conoces, engancha».

Nos explican que en su trabajo realizan diversas funciones que abarcan la planificación y organización de medios humanos y materiales, la realización del handling (las operaciones relacionadas con el transporte de pasajeros) a las compañías asistidas, mantener relación y representar a las compañías asistidas y asegurar el cumplimiento de los requerimientos en materia de seguridad y calidad por parte del personal y de las subcontratas.

Además, subrayan que es común en Iberia ver mujeres en sus puestos. De hecho, Martínez cuenta que las dos últimas jefas de escala con las que ha trabajado eran mujeres. Espinosa destaca que ha estado en escalas en las que todas las managers lo eran.

«Cuando asumí las funciones de jefa de servicio en el año 2001, me uní a un equipo de tres hombres con una diferencia generacional de aproximadamente 20 años, pero debo decir que fue una grata experiencia y la recuerdo con mucho cariño», dice Gutiérrez.

Tanto para la manager de los aeropuertos de San Sebastián, Vitoria y Pamplona, como para la manager del aeropuerto de Ibiza, el mayor reto al que se enfrentan es que cada día es un reto. «Nos afectan multitud de factores, desde la meteorología hasta una avería. Todo puede tener impacto», apunta Martínez.

Gutiérrez nos cuenta que el mayor reto para ella es «conseguir la motivación de cada miembro del equipo, que se sientan como parte fundamental para poder cumplir con las expectativas de nuestras compañías clientes».

Para ellas, uno de los mayores retos al que se han enfrentado en su carrera es el cambio de escala. «Cuando ya controlas las peculiaridades de tu aeropuerto, has creado vínculos con tu equipo, empezar en una nueva ciudad con nuevos compañeros y una operativa distinta te enriquece mucho, pero no deja de ser un reto», apunta Corinne Martínez.

A ello, Susana Espinosa suma que en Ibiza es un gran desafío contar con suficiente personal. «El elevado precio de los alquileres complica mucho que puedan venir trabajadores de la península y en la isla hay mucha oferta de trabajo y poca demanda». Aunque, para Teresa Gutiérrez, el mayor reto ha sido hacer frente a la gestión de la pandemia y de la erupción volcánica.

Por otra parte, uno de los mejores aspectos de su trabajo es el equipo.  «La calidad humana de los equipos en Iberia me sigue sorprendiendo a diario», dice Martínez. Espinosa destaca que nunca tienen dos días iguales. «Puedes pasar de estar un día sin moverte del despacho planificando a pasar a una auditoría de una compañía asistida. A veces es un poco estresante, pero a mí me encanta».

Continuamos conversando con las tres jefas de escala, una por una, para conocer su trayectoria, las particularidades de su trabajo y les pedimos un consejo para viajar.

El tiempo del norte

Corinne Martínez llegó a España, tras dos años estudiando Medicina, para aprender castellano. En Alicante se enteró de las pruebas de acceso a Iberia como administrativo y se presentó. «Empecé en atención a pasajeros, luego fui responsable de calidad de medio ambiente y relaciones con compañías, después responsable de seguridad operacional y, finalmente, jefa de escala desde 2019″.

Actualmente, es manager de los aeropuertos del norte, donde la meteorología tiene mucho impacto. «La actividad no programada es muy importante en los tres aeropuertos, lo que requiere una adaptabilidad y flexibilidad muy importantes. Aun así, cada aeropuerto es único».

Explica que el de San Sebastián es el más estacional, pasando de tener tres destinos en invierno a nueve en verano. «También atendemos bastantes vuelos privados como un repunte importante durante el festival de cine».

En el de Pamplona la actividad es bastante regular, aunque tienen un pico en los San Fermines. El de Vitoria es el único aeropuerto 24 horas de toda la región, por lo que tiene mucha actividad nocturna, «especialmente con vuelos deportivos de La Liga de fútbol y La Liga ABC de Baloncesto».

Su consejo para viajar: «Comprar a través de la página web de cada compañía, es la mejor forma de estar informado correctamente de cualquier cambio en tiempo real».

El verano en Ibiza

Susana Espinosa estudió Derecho en la Universidad de Alicante y ejerció como abogada varios años. «Simultaneé mis estudios con el trabajo en el aeropuerto de Alicante como agente administrativo en el área de pasajeros».

En 2002 fue nombrada jefa de la Unidad de Pasajeros. «A partir de ahí fui añadiendo a mis responsabilidades las áreas de coordinación y asistencia al avión, hasta ser nombrada jefa de escala en Alicante en 2013». En 2015 fue trasladada a Málaga con el mismo cargo y desde 2018 lo ejerce en el aeropuerto de Ibiza.

Este es el aeropuerto con mayor estacionalidad del mundo. «La diferencia es abismal, pero no solo en el aeropuerto, sino en toda la isla. El punto de inflexión es la fecha de apertura y cierre de las discotecas, que tiene lugar entre abril y octubre», comenta.

La actividad se multiplica por cuatro en verano, pasando de una media diaria de 18 vuelos a 85. El número de trabajadores también varía, acorde al número de vuelos atendidos. «De hecho, la figura contractual más extendida es la del fijo discontinuo, que siempre trabaja en la temporada alta».

La estacionalidad es determinante en su trabajo. En temporada baja se dedican a preparar la alta. «A partir de febrero y marzo las compañías que van a volar en verano empiezan a contactar para actualizar procedimientos y desde Semana Santa la actividad se va incrementando paulatinamente, alcanzando su nivel máximo en agosto. Esos meses todos estamos muy centrados en la operativa diaria, que suele ser bastante complicada».

Su consejo para viajar: «Sacar la tarjeta de embarque con mucha antelación. Así aseguran su asiento y pueden ir más tranquilos al aeropuerto». Además, subraya que «hay que viajar con compañías que te garanticen una buena atención si surge algún imprevisto, por ejemplo, retrasos o cancelaciones».

Volcán en erupción

Teresa Gutiérrez cuenta con una diplomatura en Filología Inglesa. Comenzó en Iberia en el aeropuerto de La Palma en abril de 1988 como agente administrativo. En esa época empezaban a operar los primeros vuelos chárter a este aeropuerto.

«A partir de entonces me enviaron a diferentes cursos de formación tanto del área de pasaje como del de hoja de carga y coordinación, ya que en aeropuertos pequeños como este el personal es polivalente», cuenta. Dos años después le ofrecieron asumir las funciones de supervisora y, posteriormente, de jefa de servicio. Finalmente, en 2008 aceptó la funciones de manager de este aeropuerto.

Su trabajo se vio bastante afectado con la erupción del volcán de La Palma. «Lo recuerdo como una etapa bastante difícil, no solo en la gestión de la operativa, sino también de las personas».

Ella se encargó de coordinar con el gestor aeroportuario las acciones necesarias para que la operación de los vuelos se llevara a cabo. También d einformar a las compañías clientes diariamente del estado de la plataforma y planificar casi a diario los recursos necesarios para la atención de las incidencias o para la operación de los vuelos si la situación lo permitía.

Las decisiones que entonces se tomaron fueron muchas: «Avisar a los pilotos para que reportaran a torre el estado de la ceniza en la aproximación y que torre nos reportara a nosotros. Grabar el aterrizaje del primer vuelo para comprobar si levantaba estela de ceniza. Revisar la limpieza de pisa y plataforma a primera hora, antes de la llegada del primer avión».

«Comprobar los equipos de protección individual que cada empleado debía utilizar. Además, se buscó una alternativa para resguardar los equipos de asistencia al avión de la ceniza volcánica y se decidió evitar, en la medida de lo posible, los horarios fraccionados del personal que vivía en el lado del volcán para minimizar el riesgo en la carretera, entre otros muchos», añade.

Lo más difícil para ella fue intentar dejar a un lado la preocupación y la incertidumbre que un desastre natural como este genera «para poder concentrarnos en el trabajo». También intentar mantener el ánimo de los trabajadores en medio de algo que no sabían cómo ni cuándo iba a terminar.

De cara a futuras emergencias, subraya que aprendieron las primeras medidas a llevar a cabo para minimizar los riesgos para las personas y las aeronaves.

Su consejo para viajar: «Llegar con antelación suficiente evitará un estrés innecesario y les hará disfrutar del viaje. Otro consejo es no poner en el equipaje facturado objetos importantes como documentación o medicinas. Y es muy importante identificar el equipaje facturado».